Actualmente se reporta, en toda la literatura científica, un aumento significativo de la prevalencia de la dermatitis atópica, en algunas regiones, principalmente en países desarrollados hasta un 20% de la población infantil sufre de la enfermedad.
Hay un mejor entendimiento de las bases genéticas, inmunológicas y fisiopatológicas de esta enfermedad inflamatoria de la piel, así como un conocimiento más claro del diagnostico clínico, histopatológico, inmunohistoquímica, inmunológico y de los diagnósticos diferenciales, que han hecho demarcarla de otras patologías con expresión clínica parecida.
Actualmente sabemos que la dermatitis atópica no tiene un tratamiento curativo; todos estamos de acuerdo en que el real enfoque es el control de los síntomas fundamentales como son el prurito y la xerosis, así como evitar o eliminar alergenos potenciales y desencadenantes –bacterias y virus– responsables de brotes y de la perpetuación de la enfermedad.
Desde otro orden de idea, hay una carga económica importante sobre los recursos de salud del Estado y la calidad de vida de los pacientes que sufren dermatitis atópica , por lo tanto se necesita desarrollar métodos de prevención de la enfermedad, mediante un mejor conocimiento de esta patología y de esta forma su control a largo tiempo.
Hay actualmente un cambio de actitud clara en la investigación médica para inducir tolerancia a diversos alérgenos y el mejoramiento e integridad de la barrera cutánea como frente fundamental de la prevención y tratamiento de la dermatitis atópica.
La reducción de la incidencia y severidad de la enfermedad en el período perinatal es una tendencia que se viene observando en los últimos años y en los centros asistenciales más importantes del mundo.
Por muchos años se concentró la atención en evitar alergenos, sin embargo, esta tendencia ha sido decepcionante, fundamentalmente por los pobres y contradictores resultados y el mayor conocimiento del papel de los sensibilizantes en la dermatitis atópica; hoy día nos acercamos más al método de la inducción de tolerancia a alergenos diversos.
En relación con la lactancia materna, la situación es también controvertida. Se considera dudoso el papel protector de evitar la lactancia materna durante los tres primeros meses de la vida, fundamentalmente en pacientes con antecedente familiar de atopia, así como al continuar la lactancia materna exclusiva y retrasar el inicio de la alimentación complementaria. Antes la no existencia de datos concluyentes, se considera, que los niños con dermatitis atópica deberían recibir las mismas pautas de la lactancia materna que los niños sanos.
Las restricciones alimentarias en niños con antecedentes alérgicos también han sido discutidas, pues se sabe que las alergias alimentarias son un fenómeno raro en sociedades en donde algunos alimentos alergénicos, como el maní, se introducen tempranamente en la dieta de los bebés, en comparación con los grupos en donde estos alimentos son introducidos más tardíamente.
Las formulas hidrolizadas también han sido estudiadas y se ha sugerido que la prolongación de la alimentación con formulas hidrolizadas en comparación con las formulas de leche de vaca, pueden reducir alrededor de un 50% el desarrollar dermatitis atópica infantil; la introducción de estas formulas hidrolizadas parcialmente o altamente hidrolizadas , parece ser que estimula al sistema inmunológico a desarrollar tolerancia en lugar de una sensibilización, sobre todo en niños con historia familiar de enfermedad alérgica.
Por otra parte las restricciones por parte de la madre durante el embarazo de antígenos conocido, parece ser que no proporciona ninguna ventaja en la prevención de enfermedades alérgicas en el recién nacido.
En relación a la manipulación de la flora intestinal con, probióticos, prebióticos o simbióticos , el papel de la microflora — microbiotica – del intestino en el desarrollo de la dermatitis atópica ha sido recientemente objeto de muchas investigaciones y hay evidencia que sugiere que los niños que desarrollan dermatitis atópica tienen una menor diversidad de la microbiota intestinal , por lo que la utilización de prebióticos, probióticos y simbióticos pudieran prevenir la dermatitis atópica en casos particulares y disminuarían la perpetuidad de la enfermedad.
No obstante que los resultados son alentadores parcialmente , la literatura científica sobre el uso de probiótico, prebióticos y sinbióticos para prevenir la dermatitis atópica se ve obstaculizada por una heterogeneidad significativa en las metodologías de estudio , en particular, el uso de diferentes cepas , combinaciones y dosis de los organismos , ya sea durante el embarazo , la lactancia o la alimentación con biberón y el uso de diferentes marcadores de respuestas; hacer comparaciones directas entre los estudios y los meta-análisis es muy difícil . Como resultado de ello, en un reciente documento, la Organización Mundial de Alergia ha sido cautelosa al dar su opinión y recomendación sobre el tema, sugiere que se necesitan más investigaciones antes de recomendar los pre biótico, probióticos y simbióticos rutinariamente como un medio eficaz para prevenir la dermatitis atópica. Nuestra experiencia ha sido pobre y muy variada.
Los productos tópicos emolientes que contengan aceite de girasol destilado, ricos en ácidos grasos esenciales, especialmente ácido oleico y linoleico, se han recomendado como beneficiosos en el cuidado de la piel atópica; el aceite de girasol destilado actúa como ligando de los PPAR (peroxisome-proliferator-activated-receptor) estimulando la diferenciación del queratinocito, mejorando la función de la barrera epidérmica, reduciendo la inflamación, y potenciando el metabolismo lipídico. Estos productos son unos importantes ahorradores de corticoides, mejorando la calidad de vida de los pacientes.