Rolando Hernández Pérez
El poder de la palabra trata —entre otros asuntos humanos— de la magia de las palabras y en consecuencia del lenguaje. El lenguaje es un componente esencial de los procesos cognitivos; a partir de ellos construimos nuestros modelos mentales del mundo; en efecto, el lenguaje ejerce una decisiva influencia en el modo en que percibimos la realidad y respondemos ante ella.
Ahora bien, hablar de la magia de las palabras exige, aunque sea someramente, una explicación. Demás está decir que la especialidad que ejercemos no tiene por objeto de estudio la fulana “magia de la palabra”; sin embargo, en cada lugar, en todo momento y en toda circunstancia oficiamos de magos.
El lenguaje es una facultad esencialmente humana que se manifiesta a través de sonidos. El lenguaje siempre ha sido una realidad oral que no necesita de la escritura para expresarse pero, sí necesita de un emisor y al menos de un oyente que, por razones convencionales, han acordado una relación “no forzosa” entre un sonido y una significación.
Justo, en ese acuerdo entre hablante y oyente con respecto a la significación que tiene un sonido expresado por cualquiera de ellos, nace el poder mágico de la palabra. De modo que la relación entre el sonido -lo fonológico- y su significado es, como dicen los especialistas, “arbitrario”, es una convención, es un acuerdo.
Por supuesto, detrás de cada sonido articulado fonológicamente como palabra, o, mejor dicho, detrás de esa facultad que llamamos lenguaje se ha dado, por una parte, un proceso evolutivo de las partes anatómicas de la fonación y de las zonas del cerebro encargadas de procesar lo simbólico y dar lugar a la comunicación.
¿Acaso no es un acto de magia producir, incluso, con una sola palabra y más aún con una frase corta diferentes estados de ánimos, diferentes estados reflexivos, experiencias místicas y hasta el control de la voluntad y la racionalidad del hombre?
Cabe referir aquella conocida anécdota de un maestro del teatro universal quien lograba crear más de veinte significados diferentes de una misma frase, pronunciándola con tonos, inflexiones, pausas y énfasis variados.
El lenguaje verbal constituye una facultad exclusiva de la especie humana, siendo considerada como uno de los principales factores que nos distinguen de las demás criaturas.
Sigmund Freud, por ejemplo, opinaba que la palabra es el instrumento básico de la conciencia humana y, como tal, tiene poderes muy especiales como él mismo expuso:
“Palabra y magia fueron al principio una y la misma cosa, incluso hoy las palabras siguen reteniendo gran parte de su poder mágico. Con ella podemos darnos unos y otros la mayor felicidad o la más grande de las desesperaciones, con ella imparte el maestro sus enseñanzas a sus discípulos, con ella arrastra el orador a quienes les escuchan, determinando sus juicios y sus decisiones. Las palabras apelan a las emociones y constituyen, de forma universal, el medio a través del cual influimos sobre nuestros congéneres.”
Las relaciones interpersonales pueden ser de distintos tipos; algunas de carácter superficial y otras de mayor complejidad como la que tiene lugar entre el médico y su paciente Esta relación podría describirse así: el médico, en su condición de profesional debe estar dispuesto a brindar su ayuda en forma humanitaria y sensible al paciente independientemente de su origen étnico, su credo religioso, su filiación política, su edad, su estatus socioeconómico y cultural. Sobre este “pilar” descansa el nivel de satisfacción de la atención médica.
Esta relación ha estado presente en toda la historia de la medicina y, por supuesto, ha ido variando en el tiempo desde la mentalidad mágica dominante en las sociedades primitivas hasta la mentalidad técnica que prevalece en los tiempos actuales.
Las condiciones indispensables del médico en esta interrelación las resumió Hipócrates hace más de dos mil años cuando consideró que el médico debía reunir cuatro cualidades fundamentales: conocimientos, sabiduría, humanidad y probidad.
El Encuentro Médico- Paciente puede ser clasificado de diferentes formas, pero la más utilizada por su sentido práctico es aquella que establece tres formas distintas.
1) Relación activo-pasiva / Encuentro Médico- Paciente.
2) Relación de cooperación guiada/ Encuentro Médico-Paciente.
3) Relación de participación mutua/ Encuentro Médico-Paciente
La relación activo-pasiva es aquella que se establece con enfermos en estado de coma, o que se encuentran en una situación que no les permite establecer una relación más participativa, como es el caso del paciente con un edema agudo del pulmón.
La relación cooperativa guiada es la que se establece con pacientes que están en condiciones de cooperar en su diagnóstico y tratamiento, como ocurre en algunas enfermedades agudas (neumonía, por ejemplo) y crónicas como la hipertensión arterial.
La relación de participación mutua, no sólo contempla el cumplimiento del tratamiento, sino el control en discusión frontal de situaciones y actitudes relacionadas con la causa y evolución de la enfermedad.
Aspectos relevantes de la relación médico paciente:
El médico debe estar consciente de que su relación profesional interpersonal con el paciente debe estar caracterizada por:
- El respeto que inspira su investidura en una profesión de alto contenido social.
- La expectativa por parte de la población de que manifieste un comportamiento adecuado a su alta responsabilidad.
- Su condición de piedra angular en la prestación de un servicio de gran significación humana como es promover o restablecer la salud.
- Demandar una constante disposición a la relación de ayuda sin aspiración de reciprocidad.
- Requerir del facultativo el planeamiento cuidadoso de cada una de sus acciones para evitar errores de grandes potencialidades iatrogénicas.
Resulta de suma importancia en el Encuentro Médico-Paciente tener en cuenta las características personales del médico y del paciente. Por parte del médico es fundamental que conozca su carácter, sus debilidades, su nivel de información, hasta donde puede manejar una situación determinada y cuando debe recurrir a otro colega.
Otros aspectos a tener en cuenta en esta relación son los objetivos que persiguen el paciente, el estado afectivo de ambos y la posición de cada uno. El médico como profesional –por lo general– es considerado por el paciente en una posición de superioridad, por lo que el médico debe con su actuación equilibrar esta situación. Otro aspecto fundamental en el Encuentro Médico-Paciente lo constituyen las vías de comunicación. Esta comunicación puede ser: verbal, la extraverbal por medio de gestos, expresiones faciales, el tacto, sobre todo al realizar el examen físico y, por último, el instrumental utilizado como complemento.
En la actualidad el Encuentro Médico-Paciente es muy diferente a lo que tenía lugar a principios del siglo xx, donde existían profundos vínculos afectivos entre el médico general de aquella época y sus pacientes y familiares, lo cual lo convertía en un verdadero líder en la comunidad donde ejercía. Hoy existen varias condiciones diferentes que han repercutido negativamente en esta relación, entre ellas, el aumento considerable de la población mundial; la desproporción entre la tasa de crecimiento de la población y la baja oferta de médicos para esta población en crecimiento; las políticas de algunos países en donde el Estado reduce la inversión en salud pública, entregándola a consorcios privados que introducen la comercialización en la atención médica.
Esta situación ha convertido al paciente en un «comprador», en un cliente con exigencias; y, a los médicos, en verdaderos «vendedores». De benefactor tradicional se ha convertido prácticamente en un enemigo del paciente y de la familia. Esta situación ha afectado profundamente la relación medico-paciente , incrementando los errores médicos, violando los principios de la ética médica y facilitando la participación de abogados especializados en reclamaciones.
Otra condición que está interfiriendo negativamente sobre la relación médico paciente se expresa en el desarrollo tecnológico ocurrido en las últimas décadas, puesto que se ha distorsionado el ejercicio de la medicina con la falsa idea de que los nuevos recursos diagnósticos y terapéuticos pueden sustituir el método clínico. Todos estos avances técnicos (la biotecnología, la inmunología molecular, la ingeniería genética, la imagenología son de suma utilidad y de gran ayuda en el diagnóstico y tratamiento, pero nunca son ni serán sustitutos del método científico. Esta tecnificación moderna con su endiosamiento, promovida por intereses económicos está distorsionando por completo la relación médico paciente en sus aspectos fundamentales, a tal punto que algunos autores plantean que ya no es buena ni mala, sino que simplemente ha dejado de existir. Toda esta situación ha ido cambiando la habilidad de diagnosticar por la realización de procedimientos y técnicas no siempre necesarias, creando frustración y encono.
Rolando gracias por un editorial tan completo sobre la palabra en esa relación de comunión que se establece entre médico y paciente Un amigo mio excelente pediatra dice que la medicina es la anamnesis
Le pregunto al Dr. Rolando Hernàndez, porquè no usò la gran obra pictòrica de Arturo Michelena (Valenciano) «El niño enfermo» que data de 1896, y que es màs bonito que el empleado en tu trabajo «Relaciòn mèdico…».?.
Dr. Josè R. Sardi B.
Dermatòlogo.
Caracas. Venezuela.
El artista barroco Jan Steen (1626 – 1679) es uno de los mejores representantes de la pintura costumbrista que tanto triunfo en los Países Bajos durante el siglo XVII. Tiene cuadros con todo tipo de escenas cotidianas en la sociedad holandesa. Hubo ciertos temas a los que les dedicó varios cuadros, tanto porque le interesaban personalmente como que sin duda tenían cierto éxito y los vendía con facilidad. Uno de esos temas fue la medicina de la época y pintó hasta en 18 ocasiones una escena en la que el médico visita a una paciente, siempre mujer. Un ejemplo es este óleo sobre tabla titulado La visita del doctor, realizado entre los años 1665 y 1668, y que actualmente guarda el Museo Mauritshuis de La Haya.
Como en tantas obras de Steen la escena no solo es como una instantánea de las costumbres de la época, sino que también tienen mucho humor. Al pintar este tipo de escenas de una joven que es visita por el médico, por regla general el esquema se repite. La muchacha está postrada en la cama, de una manera tan dramática como romántica, ya que habitualmente su dolencia suele ser el mal de amores o incluso embarazos no deseados.
Muchas gracias Dr. Sardi por haber leído este Editorial. Pero, realmente coloqué esta pintura porque me gustó y consideré representativo de lo que quise decir y comunicar en este Editorial. El cuadro al óleo de Arturo Michelena, “El niño enfermo “ lo he usado en otros escritos sobre el tema. Muchas gracias