¿Somos los últimos Mohicanos?

Ilustracion de la cubierta del libro El último mohicano (edición 1896),
novela histórica del autor estadounidense James Fenimore Cooper,
publicada por primera vez en febrero de 1826.
Se ha llevado en varias versiones al cine, radio, televisión y comics

En los años setenta, la Dermatología que practicábamos era clínica, con enfermedades de nombres rimbombantes y, realizando como confirmación diagnostica; exámenes directos, cultivos, analítica y nuestro “golden standard” la histopatología morfológica con estudios histoquímicos en algunas oportunidades.

Para las revisiones de temas acudíamos a las bibliotecas universitarias que tuvieran buena suscripción de revistas y buscábamos en unos voluminosos libros llamados “Medical Abstracts”. Si queríamos el artículo completo y no había la revista en las bibliotecas, la teníamos que pedir a la editorial por correo; el artículo nos llegaba por la misma vía pasado un mes.

Lo que nos decía el profesor era santa palabra y estudiábamos por libros, posteriormente llego internet y se popularizo la “Medicina basada en evidencia”, es decir que se dejó de priorizar la Medicina que nos transmitían nuestros profesores y pasamos a pensar en que la verdad debía tener una base estadísticamente comprobada. Es así como se popularizaron los “niveles de evidencia” y revisores como los de la Universidad de Cochrane.

Poco a poco ya montados en el siglo XXI, nos empezamos a llenar de “muletas diagnosticas” como la dermatoscopia y el ultrasonido. Para el diagnóstico de los lunares apareció un instru-mento, el dermatoscopio, luego se agregaron computadoras (computer-assisted diagnosis, CAD) con o sin luz polarizada, iluminación especial, adaptadores para Iphone y Samsung en cámaras convencionales, adaptación de App Store o Google Play .

Las herramientas de diagnóstico no invasivas, se fueron extendiendo: Microscopía confocal de reflectancia, Ecografía de alta frecuencia, Tomografía de coherencia óptica de alta definición, sin contar diferentes aparatos de espectroscopia.

Pero si el clínico estaba siendo poco a poco remplazado, el dermatopatólogo quizás lo fue más, ahora hay que conocer entre otros, marcadores moleculares, y la genética para predecir el pro-nóstico y tratamiento de las enfermedades. (“El destino nos alcanzó 2019” https://piel-l.org/blog/47103).

Hoy ese futuro del que hablábamos hace solo cuatro años llegó, estamos montados en la inteligencia artificial, estamos en la encrucijada del antes y el después de nuestras vidas, ella se ha llamado la cuarta revolución industrial.

Ella cambiara el concepto de la Medicina como la conocemos actualmente, ofreciendo información sobre salud de calidad con consejos basados en modelos de predicción al generar algoritmos y sistemas de análisis de imágenes capaces de dar a los profesionales de la salud un soporte extra en la toma de decisiones.

No obstante, creemos que en el futuro los sistemas de Inteligencia artificial no van a sustituir a los dermatólogos, sino que representan una oportunidad para mejorar la práctica clínica gracias a las múltiples ventajas que pueden ofrecer. Haremos una simbiosis entre la Inteligencia artifi-cial y los dermatólogos para mejorar la toma de decisiones de nuestros pacientes, sin perder la inteligencia humana manteniendo una relación fluida entre médico y paciente.

Las tres aplicaciones en que en forma inmediata/mediata actuara la inteligencia artificial:

  • Teledermatología.

La telemedicina es uno de las primeros que adoptara la inteligencia artificial, impulsada por la demanda de servicios. Ella puede integrarse en aplicaciones de teléfonos inteligentes para fotografiar lesiones cutáneas, recopilar información clínica relevante y generar una referencia si corresponde (TensorFlow Lite de Google (TensorFlow, 2020) o CoreML de Apple (Apple Inc, 2020),

  • Ampliación de las evaluaciones presenciales.

La Inteligencia artificial mejorara la atención proporcionando soporte de diagnóstico en tiempo real durante una visita clínica. Ampliará los diagnósticos diferenciales de los médicos al recuperar imágenes de una biblioteca de referencia.

  • Dermatopatología.

La histopatología es el estándar de oro para el diagnóstico de lesiones cutáneas. La Inteligencia artificial tiene el potencial de aumentar la precisión y reproducibilidad de los resultados.

En conclusión, “los dermatólogos verán su papel cambiar más hacia el manejo de afecciones cutáneas agudas y complejas, incluido el inicio de regímenes de tratamiento sistémico o la realización de procedimientos, y la participación de visitas que requieran una evaluación o discusión cara a cara con respecto a las preferencias del paciente, valores y logística”.

En lugar de volver obsoletos a los dermatólogos, en la práctica tendrá una mayor capacidad de servicio, solo hay que montarse en ese tren.

La correlación clínica seguirá siendo necesarias para el diagnóstico detallado y las decisiones de manejo o los casos únicos que requieran conocimiento contextual.

Citas bibliográficas recomendadas

  • Shaan Patel , Jordan V Wang , Kiran Motaparthi , Jason B Lee Artificial intelligence in dermatology for the clinician Am J Clin Dermatol 2020 Feb;21(1):41-47.
  • A Martorell , A Martin-Gorgojo , E Ríos-Viñuela, J M Rueda-Carnero , F Alfageme, R Taberner Artificial Intelligence in Dermatology: A Threat or an Opportunity? Actas Dermosifiliogr. 2022 Jan;113(1):30-46.
  • Daniel T Hogarty, John C Su , Kevin Phan, Mohamed Attia , Mohammed Hossny , Saeid Naha-vandi , Patricia Lenane , Fergal J Moloney , Anousha Yazdabadi . Artificial Intelligence in Dermatology-Where We Are and the Way to the Future: A Review American Journal of Clinical Dermatology (2019), 21(1)
  • T. Young , Mulin Xiong , Jacob Pfau1, , Michael J. Keiser and Maria L. Wei Artificial Intelligence in Derma-tology: A PrimerJournal of Investigative Dermatology (2020) 140, 1504e1512

Acerca de Jaime Piquero Martín

Profesor Emerito Instituto de Biomedicina Jacinto Convit UCV. Ex Jefe del Servicio del Hospital Vargas de Caracas. Coeditor de Piel latinoamericana. Fundador del Global Alliance para el estudio del acne, del Grupo iberolatinoamericano del acné (Gilea), Grupo latinoamericano del acné (GALA) y del Grupo de acné y Rosacea en Venezuela (GARVE)

Un comentario

  1. Dr David Eduardo Torres

    Estimado Dr. Jaime.

    Leí su editorial respecto a los últimos mohicanos, y creo que es atinada la perspectiva, pero no solo somos los últimos que aprendimos sin necesidad de tantas herramientas de apoyo (las cuales a ratos hacen parecer a los residentes y a los recién egresados como ciegos cuando carecen de ellas), sino más allá, creo que somos los últimos a los que realmente nos importa la verdadera dermatología y estudiamos la especialidad para tratar enfermos con afecciones cutáneas, a diferencia de las generaciones actuales, que ven en nuestra área una oportunidad de negocios, dedicándose casi exclusivamente a la cosmética y a la cirugía con fines estéticos (y a veces creo que quienes hacen dermatología para poner su clínica y dedicarse a procedimientos quirúrgicos pequeños en realidad son cirujanos plásticos que no tenían ganas de hacer su año de cirugía general).

    La Dermatología está dejando de ser una especialidad «seria y científica», convirtiéndose en un pastel del que todos quieren cortar una rebanada (hasta los odontólogos inyectan bótox hoy en día ?) sin que nadie regule eso.
    Es triste ver cómo nuestra especialidad de ha tornado en una suerte «estofado» del que todos creen poder comer sin que haya restricciones respecto a quién debe y quién no debe acceder a nuestro conocimiento, herramientas y habilidades.
    Por eso creo que somos los últimos mohicanos de una verdadera dermatología, enfocada en atender enfermos y resolver problemas reales y no en hacer «arreglitos».

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